Si de algo goza Carlo Ancelotti es de un equipo polivalente, polifacético y camaleónico. Eso fue de nuevo el Madrid en Pamplona, en uno de esos viajes trampa que con el tiempo el conjunto blanco ha sabido solucionar de manera constante.

No pierde en Navarra desde 2011 y tampoco cayó este sábado, siendo consciente de la relevancia de cada punto, ampliando distancia con el Gerona y apoyándose en el talento de Vinicius. El brasileiro anotó dos tantos y fue el mejor ante Osasuna, que logró empatar mas se vino abajo en la segunda parte (2-4).

El duelo no tuvo reposo, máxima esencial de cada plan de juego de Jagoba Arrasate. Osasuna es intenso, desprendido en el ahínco y ha encontrado en Budimir a uno de los grandes goleadores de su historia. Tal vez las sensaciones afirman que su temporada es peor que la pasada, cuando alcanzó la final de Copa, mas el cuadro rojillo ha llegado al tramo final de curso con opciones de luchar puestos europeos.

Frente al Madrid, no obstante, no pudo sumar, condenado por un fallo de Catena, por determinada debilidad protectora y por las virtudes de un ataque Madridista muy efectivo.

Vinicius anotó el primer gol en el minuto 3, cuando aún el público cogía el ritmo del choque. Catena se confió demasiado en un recorte y el brasileiro le birló la pelota para plantarse codo con codo con Sergio Herrera. Se escoró un tanto a la derecha para obLigar al portero a vencerse y definió con calma con un toque cruzado.

El tanto podría haber sido un paso adelante del Madrid en el partido, mas el conjunto de Ancelotti, imperial por alto a lo largo de prácticamente toda la campaña, ha empezado a enseñar recientemente ciertas debilidades en la defensa de los centros. Ya le sucedió frente al Leipzig y repitió defecto en el minuto 6 del partido ante Osasuna. Carvajal no acertó a despejar de cabeza un córner y peinó el balón cara atrás, Herrando logró devolverlo al área y Budimir, libre de marca, empujó la pelota a la red mientras que Lunin se movía tras la línea de gol. El atacante croata marcó así su 15º gol de la época, quedándose a uno solo de Jude Bellingham en la lucha por el Pichichi.

Un minuto tras el empate, Vinicius tuvo una nueva ocasión para poner al Madrid en ventaja. Rüdiger vio el desmarque del brasileiro a la espalda de la defensa y le puso un balón raso idóneo para que el delantero se midiese nuevamente con Herrera. Mas esta vez Vinicius se confundió. Amagó con una bici e procuró acotar bajo las piernas del portero, hábil para despejar el lanzamiento.

El Madrid hallaba soluciones al muro navarro con sencillez, aprovechando la movilidad de prácticamente todos sus futbolistas. Solo Lunin, Rüdiger, Tchouaméni y Kroos parecían tener una situación fija sobre el césped. El resto no paró de moverse. Desde Carvajal a Rodrygo, pasando por Mendy, Camavinga, Valverde y Brahim, con Vinicius más 'nueve' que otros días. Esas variaciones complicaron el trabajo protector de Osasuna y crearon las mejores ocasiones para el Madrid.

En el 17, Brahim, muy activo, picó un balón al interior del área cara el desmarque de Valverde, que apareció de sorpresa. El uruguayo no se entretuvo y puso el balón atrás para la llegada imprevisible de Carvajal, que de primeras mandó la pelota a las redes de Herrera. Cuarto gol, uno refulgente, del defensa en Liga.

Tras los 3 tantos, el partido bajó revoluciones. El Madrid trató de amasar la posesión, haciendo que Osasuna olvidase su intensidad y buscando los espacios a la espalda de la defensa rojilla, unos pasos más retrasada tras las dos arrancadas de Vinicius.

El brasileiro prosiguió siendo el futbolista más peligroso del ataque Madridista, insistiendo a la espalda de los centrales y combinando en corto cuando la jugada lo precisaba. Solicitó penalti de Unai García en una acción y disparó fuera cuando se rozaba la media hora.

Osasuna trató de despertar, más con corazón que futbol, y Arnaiz tuvo un buen disparo para probar a Lunin ya antes del reposo, a donde se llegó con un Vinicius enojado tras ver, por protestar, la quinta amarilla de la época. No va a estar la próxima jornada frente al Athletic, hueso para los de Ancelotti.

Tras el intermedio, el Madrid sostuvo su idea, cómoda frente a la escasa oposición de su rival: posesión, movilidad y busca de espacios. Y como Osasuna elevó demasiado la defensa, los halló con relativa sencillez. En el 60, Valverde peinó un balón largo de Lunin y dejó solo a Brahim en frente de Herrera, sacando ventaja de que Rodrygo y Vinicius se habían llevado sus marcas. El andaluz definió con calma con la derecha y sentenció el choque.

3 minutos después, el Madrid prosiguió encontrando oro al espacio. Rüdiger procuró a Valverde a la espalda de la defensa y el uruguayo cedió a Vinicius a fin de que este encarara la portería. El brasileiro, en vez de buscar la potencia, se ideó un toque sutil para superar a Herrera y poner el 1-4.

Pudieron ser más, por el hecho de que el propio Vinicius estuvo a puntito de sumar su hattrick tras un pase largo de Carvajal, y Rodrygo, el más inconsistente de todo el ataque Madridista, no acertó a marcar en un codo con codo con Herrera. En el descuento, Iker Muñoz maquilló un tanto el choque con el segundo tanto de los locales.