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Prácticamente dos horas y media de partido es lo que ha invertido Novak Djokovic en primera ronda de Wimbledon, el tradicional ejercicio de adaptación que siempre y en toda circunstancia busca el serbio cuando aterriza en este campeonato. Sin disputar ningún campeonato anterior sobre yerba, el de Belgrado solo se mostró frágil en la segunda manga, en el momento en que un nivel superior de su contrincante le forzó a apretar los dientes y reaccionar antes que fuera demasiado tarde (6-3, 3-6, 6-3, 6-4). Lo logró, evidentemente, para quitarse de en medio ese primer partido tan incendiario.