M.Cilic - D.Medvedev (6-2 6-3 6-2) | Cilic elimina a un Medvedev "a medio gas"

La parte baja del cuadro masculino de Roland Garros 2022 es tierra de ocasiones. Hay un hombre que lo sabe, que yacía en las tinieblas mas se destapó en la noche parisina para poner en alerta al resto de contrincantes. Hacía bastante tiempo que no veíamos a Marin Cilic bordar el Tenis de la forma en la que lo hizo hoy, pulverizando cada derecha, conectando buenos servicios y aplicando un Tenis de pista dura en la arcilla del Bois de Boulogne. Daniil Medvedev fue la víctima del balcánico, inútil de dominar con su servicio y continuamente a remolque en los intercambios de fondo.
Toda vez que Cilic se invirtió de derecha y tuvo tiempo para pegar dos o 3 golpes, el ruso estuvo en la tela. El guion del partido, desde entonces, lo aguardaban pocos (6-2, 6-3, 6-2). Tras la caída de Stefanos Tsitsipas y la lesión de Jannik Sinner, muchos apuntaban al inopinado y sorprendente Medvedev como finalista del campeonato. Por su jerarquía, por su estatus y por su renovado Tenis sobre la arcilla. De salida, daba la sensación de que esa especie de bagaje sicológico podía afectarle. No estaba igualmente fresco que en otros encuentros, quizá no acostumbrado a unas condiciones nocturnas que, sobre el papel, debían favorecerle. La cuestión es que del otro lado de la red tenía a un tipo que asimismo hallaba acomodo en este escenario. Lo que veríamos ahora sería un clínic más propio de un partido sobre pista dura (y de las veloces). Tal fue, de hecho, la actuación de Cilic y su capacidad para imponer su Tenis bajo cualquier contexto.

Y es que los servicios dominaron en los acompases iniciales, aun el moscovita empezó con dos juegos en blanco, mas pronto un juego malísimo cambiaría por completo el guion de partido. Tal vez se pensó Medvedev que no cambiaría el partido por eliminar el pie del acelerador en un instante puntual, que tendría espacio después, aun, para remontar el primer parcial. La salida en tromba del croata y ese juego apartado certificaron un primer set que pasó volando. Absolutamente nadie comprendía realmente bien qué pasaba, el ruso no había llegado aún a la Chatrier, mas el segundo parcial no iba a lanzar ningún género de duda: Cilic estaba frente a una de sus grandes noches.

La diferencia la marcó Marin en los puntos de entre 5 y 8 golpes. Más de 15 puntos de diferencia le sacó Cilic al moscovita en este aspecto, y tiene una simple explicación: Daniil soportaba un par de golpes provenientes del fondo de la pista, mas el tercero o el cuarto terminaban siendo mortales. De manera especial, el croata usó la derecha invertida paralela para fulminar a Medvedev, un golpe prendido en fuego a lo largo de todo el partido y que dejó confuso a Daniil. Sin capacidad de reacción, el segundo set hizo Reales los peores augurios de Medvedev: tenía delante a un contrincante capaz de pegar con maestría a las líneas, con un género de Tenis frente al que no tenía contestación y, además de esto, el saque no le acompañaba para nada.

Era cuestión de tiempo que cayera una nueva ruptura y que Cilic se pusiese dos sets arriba en el marcador. Ni muchísimo menos era un espejismo: en lo que se refiere a calidad de golpeo, la verdad es que había eones de distancia entre uno y otro. Mientras que el balcánico seguía retando al reloj biológico (no nos habíamos transportado a 2014, ¿no?), Daniil dejó de opinar en él. Hemos visto muy frecuentemente a un Medvedev resolutivo cuando las cosas van mal, que cambia el ritmo o que se inclina a probar cosas distintas, mas la tierra batida semeja nublar sus sentidos en ese aspecto. ¿Acrecentar la velocidad de los segundos saques? Ni siquiera los palazos de primero funcionaban: Marin los repelía, absorbiendo la velocidad de bola, tal y como si se dedicara a lanzar un penalti. ¿Dejadas? Buena opción, mas tampoco le sacó partido y decidió desamparar dicha táctica.

El ruso admitió la situación y aguardó, simplemente, a que Marin tuviera algún género de desconexión. Ocurrió el año pasado, en un duelo en Wimbledon en el que el croata dejó escapar dos sets de ventaja. Por irReal que parezca, no iba a ser el caso aquí: Cilic redobló su apuesta y prosiguió dejando mudos a los espectadores de la Chatrier. Con la mirada encendida y dejando una compilación de golpes a las líneas, restos ganadores e inclusive algún passing shot en el tramo final de encuentro, el croata iba a liquidar el partido en menos de dos horas. Una genuina exhibición de alguien a quien absolutamente nadie tenía en sus quinielas y que semeja haber despertado a tiempo, con el instinto de quien se ve frente a una ocasión inigualable. A sus 33 años, Marin Cilic no desea ser una pura comparsa en Roland Garros.

TiroAlpalo